Pensemos en lo que significa
manejar un lenguaje.
Desde que somos pequeños,
aunque oímos una cantidad limitada
de frases, podemos producir y
entender un número infinito de
sentencias nunca antes
pronunciadas o escuchadas.
Dominar un idioma significa poder identificar una palabra, de entre más de 100.000 que emplea un adulto culto, en menos de 300 milisegundos y armar frases en el mismo tiempo que se tarda en pronunciarlas. Para lograrlo, nuestro cerebro ha tenido que especializarse. Aunque se ha demostrado que el balbuceo del recién nacido es igual en cualquier persona, independientemente de su país de origen, esa etapa dura poco.
Cuando un niño escucha repetidamente un fonema, las neuronas de su oído estimulan la formación de conexiones en la corteza auditiva de su cerebro. Por ejemplo, los bebés japoneses de menos de ocho meses pueden distinguir los fonemas "ere"y "ele". Sin embargo, hacia el final del primer año de vida, el sistema de percepción de fonemas se especializa de forma que tan sólo pueden distinguir aquellos que pertenecen a su propia lengua.
Según explica Patricia Kuhl, neuróloga de la Universidad de Washington, "entre los seis y los doce meses, los bebés han perdido la habilidad de discriminar sonidos que no son significativos en su lengua, y su balbuceo ha adquirido el sonido de su propio idioma". Eso, aunque nos sirve para aprender un idioma (o varios) a una velocidad increíble, también nos aboca a cablear nuestros circuitos para la lengua materna, que a partir de entonces mediatizará nuestra visión de las demás.
Los trabajos de Kuhl también pueden explicar por qué a los hispanohablantes nos parece más fácil aprender francés o italiano que el alemán: una mayor cantidad de circuitos realiza doble trabajo. Claro que, para un holandés, el alemán resultará aún más sencillo pronunciarlo. Un reciente estudio publicado en Proceeding of the Nacional Academy of Sciences por el grupo de Kuhl muestra que la capacidad de discriminar fonemas puede recuperarse, al menos en períodos tempranos, aunque la interacción social es fundamental.
Fuente: Revista Muy. Documento especial de investigación sobre el lenguaje.
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