Vivir en una casa cómoda
y con todos los muebles,
no nos llama la atención.
Pero en la antigüedad,
tenerlos, era muy raro.
Muchos de ellos que hoy
los tenemos, antes
brillaban por su ausencia.
Salvo en los palacios de la aristocracia o en los salones de los primeros burgueses, las casas del siglo XVI nos parecerían hoy estancias vacías, pues apenas contenían muebles. Los armarios no los conocían y los menos pudientes guardaban la ropa y sus escasos enseres en canastos.
Y ya en el siglo XIX guardaban la ropa en arcones, que servían a la vez de asiento. Sillas y mesas no se generalizaron hasta el siglo XVIII. Antes, la gente se sentaba y comía en el piso. De la cama, no todo el mundo la podía tener. Los más pobres dormían en el piso, hacinados en
jergones de paja.
De hecho, tener cama era un lujo a exhibir, de forma que los más pudientes, solían recibir a sus visitas en la cama.
Fuente: Luis Otero. Revista Muy Interesante.
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