miércoles, 28 de agosto de 2013

EL DEDO EN LA LLAGA

No todos reaccionamos del
mismo modo ante las cosas que
la vida nos pone en el camino.
Ante las mismas palabras y juicios,
las reacciones son diferentes.
Cada cual actúa según su propio
desarrollo, su propia madurez.
                                                    
                                                                                 


          Cuando uno reacciona en forma violenta ante las palabras de otro, es porque este último, de alguna manera, ha puesto el dedo en la llaga. Es decir, ha tocado un punto nuestro que es sensible, que nos duele.  Esas mismas palabras no causarían efecto alguno en personas que no tengan esos untos sensibles, esas heridas.
          Por ejemplo, si usted se siente solo porque ya hace tiempo la persona que amaba lo abandonó y alguien le pregunta: cómo está su pareja, usted se siente molesto (aunque no lo demuestre) porque la pregunta toca un punto sensible: su soledad. O si alguien que lo conoce un poco le recuerda como al descuido que usted nunca terminó sus estudios, y usted reacciona mal, es porque el dardo dio en el blanco.
          Si la herida existe, el único modo de no reaccionar cuando alguien la toca es sanándola. Para sanar las heridas del alma se necesita calma, y la calma viene de la comprensión, la cual, a su vez, proviene de la madurez.
          La madurez psíquica no tiene que ver con la vejez; es una tarea que es necesario proponerse llevar a cabo ahora.




Fuente: Revista "Como estar bien"
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