Reúnen a la familia, a los amigos y hasta cuando
estamos solos, nos divertimos mucho
con ellas.
No hay quién que no sepa jugar,
o mentir como en el truco,
con las barajas o naipes,
hasta el solitario juega a las cartas...
La invención de los naipes ( una de las formas más universalmente difundidas del pasatiempo,
sea gratuito o interesado), ha sido atribuida indistintamente a franceses, italianos y alemanes; sin embargo, documentos encontrados en Viterbo hace pocos años demostraron inequívocamente que
en 1379 llegó a Italia ese juego, llevado desde las costas sarracenas: serían, pues, los árabes sus
inventores.
Veinte años después, era tal el entusiasmo por el entretenimiento, que Carlos VII de Francia
debió prohibir a sus súbditos que jugaran a las barajas en los días laborables. Las primeras piezas,
de tamaño y número variables, se pintaban a mano, lo que las hacía caras; un duque de Milán llegó a pagar por un mazo, en 1430, mil monedas de oro.
Cuando se inventó el grabado en madera, el precio de las cartas se popularizó: su fabricación adquirió entonces especial importancia en Alemania y Francia, aunque las que hoy usamos para el truco o la escoba de 15 son españolas.
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