¿ Quién se cree que es usted?
¿Una buena persona? ¿ Un ser como los demás?
Conteste como conteste,
siempre habrá alguien
que le discutirá la respuesta.
Pero no por manía, sino por oficio:
es sociólogo.
Siempre fue más fácil conocer a los demás que a uno mismo. Una verdad que hace siglos
permite al hombre llevarse bien con todos menos con su " YO". Cuando el " YO" tiene averías sicológicas, sociales, políticas o económicas, religiosas y raciales la coexistencia es insufrible; vivir en comunidad tiene sus bemoles y, lo frecuente, es que no sólo una persona sufra de problemas sino también todo el grupo humano al que pertenece.
Aquí es donde vienen los sociólogos a ayudar un poquito. Hoy la sociología está tan difundida como, hace muchos años atrás, lo estaba la medicina sicoanalítica. Ambas disciplinas, en pleno siglo XXI, se confunden en un abrazo científico que trata de sacar del barro a la humanidad.
¿ Está realmente estancada nuestra sociedad? Ciertos datos y estadísticas afirman que, a mayor progreso tecnológico, mayor soledad sufren los hombres.
Filosofía, fútbol, espectáculos, y todo lo que nos llame la atención, se unen diariamente, en los titulares de los periódicos o cualquier noticiero en " noticias de último momento". Tamaño lío, aparentemente, es la tónica de nuestro tiempo. Un lío que COMTE AUGUSTE, hace 140 años, no soñó cuando inventó la palabra "sociología". La palabra creció solita y ahora se ocupa de ordenar el caos. Es que quiere ayudar a las otras ciencias a mirar desde más alto y con mejor perspectiva al hombre y a su "yo"; al grupo social y al interés de una comunidad específica; a un pueblo y a todo un mundo, en fin, para ver por dónde anda la soledad de la gente; por dónde su dolor y de qué forma se lo puede curar.
La sociología saca conclusiones válidas del comportamiento humano. ¿ Cómo? Imagínese usted, caminando por una avenida principal en una ciudad importante, en una hora , que miles de personas hacen lo mismo que usted, pero con motivaciones distintas: pagar cuentas, cobrar, ir al médico, etcétera. Si un matemático entregado a su oficio quisiera sacar conclusiones haría estadísticas de cuántas personas van al Norte y cuántas van al Sur; un médico averiguaría cantidad de enfermos y sanos y un dentista el número de caries de sus pacientes.
Usted, tan sólo los miraría pasar. Vería las caras de alegría, de amargura, ocio y amor. Se reiría de algunas de ellas, temería de algunas de ellas, temería a otras. El sociólogo haría todos estos trabajos auxiliado por experiencias humanas que van desde la política hasta la moda en el vestir. Llegaría a una conclusión firme: la gente que camina por esa avenida o calle o cualquier barrio, vive. No es un razonamiento tonto: ¿ usted sería capaz de definir la palabra VIDA?....
Esta debe contentar a todos y ser entendida por todo el mundo. Haga la prueba y verá que no es fácil.
Tampoco lo es la tarea de los sociólogos. Ellos dejan las manos libres a los científicos de otras disciplinas para que realicen el milagro de una existencia mejor. No son, sin embargo, simples comodines de biólogos, economistas o filósofos. Quieren averiguar quiénes somos y por qué somos como somos. De nada sirve preocuparse por querer a los semejantes si no sabemos quiénes son. Una imagen coherente de la sociedad en la que se señalen afinidades y diferencias nos hará más útiles. Saber " qué tal" andamos nos hará ver " por qué" no vivimos mejor.
Esta es tarea de sociólogos; vivir en paz, tarea del resto de los hombres. Hasta tanto, la sociología tiene aún mucho que hacer y saber...
AUGUSTO COMTE
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