¿ Sabe usted, qué es el Prunus L.?
No se asuste, es un árbol que lo ve
en la mayoría de patios,
incluso en su casa seguramente...
No es otra cosa que el ciruelo, un arbusto grande que procede de Siria y del Turquestán.
Algunos opinan que su origen, como especie definida, se establece en el sur de la mítica cordillera de Altai ( que, según la leyenda oriental, sostiene el cielo). Introducido en Italia en la época de Catón, el Antiguo, alrededor del 149 a.C, parece haberse propagado a toda Europa entre batalla y batalla o entre pacto y armisticio firmados por pobladores rivales.
En la frontera que separó Turquía de Austria, su cultivo se remonta a 400 años y aún hoy es posible apreciar al sur del Danubio inmensos bosques de ciruelos, producto del cultivo intensivo de
los lugareños del siglo II a.C. No solo se preparaban exquisitos dulces con sus frutos sino que también su madera - de un hermoso color rojo pardo- fue muy apreciada para trabajos de tornería
debido a la dureza y facilidad de pulido. Carnoso, de sugestión visual por su vistosidad, el ciruelo fue sin embargo algo más que un simple frutal o materia prima para muebles refinados:
destilando con agua sus semillas que están dentro del carozo, previa acción de machacado, se obtiene un poderoso tóxico - el ácido cianhídrico- que despide un aroma de almendras amargas.
La doble condición del arbusto -sabroso y tóxico- por partes iguales, hizo que tan pronto embelesara con su sabor como intoxicara con su zumo de semillas.
Walter Rutting, erudito en ponzoñas del pasado, cree que el famoso drama de Hamlet se desencadenó justamente por haber asesinado al rey con el ácido, mientras dormía. El tema, tocado
magistralmente por Shakespeare, dio motivo a innúmeras interpretaciones. Aunque curiosa, la del químico Rutting no es despreciable...
Fuente: Suplemento La Razón
Ricardo P Ramos
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