jueves, 11 de octubre de 2012

CAZADOR DE MELODÍAS


¿ Desiertos que cantan? ¿Por qué no?
¿Acaso el poeta latino Lucrecio no
afirmó que las cosas lloran?...
Para Novalis, cada piedra, cada arroyo,
cada rama de árbol era un ser animado....


                              
                         

          Si él no podía comunicarse con ellos la culpa era suya y no de las cosas. El caso es que,
durante siglos, innumerables viajeros que atravesaron los desiertos del norte de África 
experimentaron el mayor asombro ante las inexplicables melodías que se elevaban sobre la
arena.
          El hecho dio lugar a leyendas que, unidas a la imaginativa y ardiente poesía de los
beduinos, asignaron un encanto más a las travesías desérticas. La Real Sociedad Científica 
de Londres, que contó entre sus fundadores a Isaac Newton, dispuso que un grupo de investigadores
indagara el asunto.
          Pronto se descartó la alucinación, tanto la individual cuanto la colectiva. Uno de los detectives a la pesca de una melodía, el doctor Bagnold, explicó que el análisis físico del movimiento de los granos de arena rodando por las dunas demostraba la existencia de compresiones y dilataciones muy rápidas del material sobre el cual pasan los pequeños aludes.
          Esa alternancia de presión y de depresión producen, en el aire, las vibraciones que el oído
humano percibe como música.
          ¿ Es acaso, una sinfonía hecha para vientos y arena?....

                                                                                               Fuente: Ricardo P. Ramos
                                                       ***********************

No hay comentarios:

Publicar un comentario