La figura de Miguel Ángel se presenta
a la admiración de su época y
de la posteridad
como uno de los espíritus
más selectos...
La fuerza creadora de su genio se expresó en diversas artes: fue, a la vez, escultor y arquitecto, poeta y pintor, y en todas ellas expresó con vigor el heroísmo del destino del hombre,
por su fuerza atlética de sus cuerpos.
Todas las aspiraciones, las emociones y las pasiones humanas se encarnan en sus figuras
casi siempre en movimiento, ya que el reposo era para él una fuerza desconocida.
Su genio pictórico se manisfestó, sobre todo, en los techos de la Capilla Sixtina del Vaticano, de los que " El profeta Ezequiel" forma parte. Estos frescos son, quizás, la más vibrante obra pictórica de todas las épocas. Conmovido y torturado por la grandiosidad de los relatos bíblicos, logra el artista trasladarlos al lienzo, en un alarde de síntesis prodigiosa, que funde toda
fuerza y la belleza naturales en un soplo de creadora idealidad.
En los rasgos del profeta, que según se afirma, son los suyos propios, una especie de grandeza divina conmueve y sobrecoge, despertando dormidos temores o anticipando futuras acciones.
Fuente: Editorial Codex
Cuadros Célebres
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