" No puede el buen árbol
llevar mal fruto, ni el árbol maleado
llevar frutos buenos. Todo árbol que no
lleva buen fruto, córtase y échase al fuego.
Así que, por sus frutos los conoceréis"...
Jesús dijo según San Mateo,en el capítulo 7, versículo 18, una clara alusión a la importancia de las obras, y en el capítulo 21 versículo 18, la misteriosa parábola de la higuera estéril: " Y por la mañana ( Jesús) volviendo a la ciudad tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente, y le dijo : Nunca más para siempre nazca de ti
fruto. Y luego se secó la higuera".
Las interpretaciones racionalistas han llegado hasta afirmar que no era época de higos...
Lo esencial es que quien pudo multiplicar panes y nueces, tornar el agua en vino, y sanar al leproso, y resucitar a los muertos, no encontró un higo en el árbol cuando se lo demandó.
¿ Puede un vegetal ser egoísta, avaro?...¿Puede no responder al amor encarnado y hecho hombre?... Si la religión no contuviese misterios, sería matemáticas, o simple historia, solo un código de normas morales. En todo caso, Jesús no maldijo, a todas las higueras. Pero, en la tradición popular transmitida durante siglos por vía oral, se asignó " mala sombra" a la higuera en general: un eco de esa aprensión, derivada del Evangelio, puede encontrarse en nuestro Martín Fierro".
Planta de higuera
Fuente: Suplemento La Razón.
Ricardo P. Ramos
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