desde hace miles de años en China.
La doctrina se basa en el emplazamiento
físico de las casas, así como la
colocación de los objetos en su
interior.
La palabra Feng shui significa "viento y agua". Los chinos saben que los edificios no son objetos inanimados. Creen que las construcciones irradian un campo energético y que la energía que hay detrás de todas las cosas se llama "chi".
Las personas suelen reconocer intuitivamente el campo energético de un edificio cuando entran en él. Quizás perciben una sensación de frío o tal vez experimentan sentimientos de constricción, relajación o expansión.
Incluso aquellos que no creen en los fenómenos psíquicos manifiestan una respuesta perceptible ante la energía de una casa. Cuanto más tiempo esté en un edificio, más le afectará al "chi" del mismo, por lo que el arte de la colocación se considera muy importante.
El practicante del Feng Shui, cuando entra a una casa y "lee" la energía de una casa, también leen las ondas eléctricas tales como las de los campos electromagnéticos o las emisiones de ondas ultracortas. El método "chi" subraya la importancia de un contacto más directo con la casa, en lugar de confiar en unas reglas específicas.
También observa la configuración del terreno, la distribución de los árboles, la situación del agua, las edificaciones vecinas y la historia del emplazamiento. Al trabajar en el caso de una construcción nueva, se concentra en la distribución de sus habitaciones, las puertas y ventanas. Una vez terminada, el maestro dicta las directrices para la colocación de las camas, las mesas de trabajo y las estufas. Si el flujo de energía circula bien, sus ocupantes estarán sanos y tendrán buena suerte.
Fuente: Revista Selecciones.
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