martes, 12 de noviembre de 2013

APNEAS NOCTURNAS: LO QUE HAY QUE SABER

Definidas como interrupciones
momentáneas de la respiración,
las apneas nocturnas suelen ser
un problema a la hora de dormir.
Los ronquidos, la interrupción del 
sueño, el temblor del cuerpo como
si se fueran a caer, más una marcada
somnolencia diurna posterior,
todos estos síntomas lo provoca 
la apnea.


                                                                         


          Los principales síntomas clínicos son varios. La somnolencia diurna excesiva: es la propensión que tiene un individuo a quedarse dormido en diferentes situaciones. Se duermen inesperadamente (microsueños) en distintas actividades: conversar, comer, manejar.
          La fragmentación del sueño nocturno trae alteración del estado de ánimo, depresión, irritabilidad, alteraciones de la memoria. El ronquido crónico con la boca abierta y con un patrón progresivo. Podemos decir que si una persona ronca, no quiere decir que sufra de apnea, eso lo determina el médico, ya que un 40% de los hombres son roncadores y no sufren de apnea.
          Muchas veces detectan la apnea el o la persona que acompaña al enfermo, porque ellos no se dan cuenta de los síntomas, sólo que se despiertan muy cansados por la mañana. 
          También tienen dificultad para conciliar el sueño y se puede asociar con una cefalea matutina, una congestión nasal y sinusitis crónica. El alcohol tiene una influencia depresora sobre los músculos de las vías aéreas superiores. Por su parte la obesidad, ya que tiende a aumentar los depósitos de grasa en las vías superiores o en el cuello.
          Muchos pacientes durante las apneas presentan arritmias, latidos entre 30 - 50 por minuto, seguidas de una taquicardia al recuperarse. En este momento es posible que se produzca una fibrilación auricular. Son pocos los casos que pueden terminar en una muerte súbita durante el sueño. La presión arterial no disminuye durante el sueño, pero sube bruscamente al finalizar el episodio obstructivo y es un factor de riesgo para desarrollar una hipertensión arterial o un ACV.
          ANTE LA MENOR DUDA, CONSULTE CON SU MÉDICO DE CONFIANZA.




Fuente: Revista Saber Vivir.
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