HISTORIA DE LA FRASE
Después de ensayar sus filigranas
en el cabaret, los pitucos se
divertían de sobremesa jugando
a las catapultas.
Durante los años '20 florecieron en Buenos Aires las patotas de los llamados pitucos o niños bien, hombres jóvenes de la mejor sociedad que mataban el aburrimiento en los cabarets de moda. Al llegar la madrugada, después de haber consumido unas cuantas botellas de champagne, la diversión favorita consistía en colocar los pancitos de manteca que habían sobrado de la cena en la punta de algún cubierto, que hacía las veces de catapulta. Ganaba quien dejaba la mayor cantidad de cuadraditos de manteca pegados en el cielo raso. Desde entonces, "tirar manteca al techo" ha quedado en la conversación corriente como expresión de juerga, de despilfarro un poco loco, de pasarla bien a todo trapo.
Fuente: Revista Caras
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