No es una novedad, sino la técnica
médica más antigua que se conozca:
los chinos la practican desde hace 3000 años.
Siglos después, la aplicaba a su superior
el médico de cabecera de Gengis Khan.
La acumpuntura o cura por punción,es aceptada tanto en oriente como en occidente. Para sus partidarios, la energía vital circula por canalículos que integran una red más compleja que la del sistema linfático; algo así como un círcuito electrónico. Si algún sector trabaja mal, la circulación de la energía se altera, porque alguno de sus puntos se han visto afectados. Pinchando los puntos correspondientes se reemplaza los sectores de conducción enfermos, restableciendo así el equilibrio.
La técnica es simple: se trata de localizar el correspondiente " punto chino", siempre cinco milímetros debajo de la epidermis. Los expertos lo localizan al tacto e inmediatamente proceden a aplicar las agujas. Su acción más efectiva sería la eliminación del dolor; en ese sentido el sistema parece no tener rival. Pero, ¿ es posible curar, con pinchazos, una tuberculosis, un fibroma uterino, una indigestión?
Ocurre, simplemente, que la acumpuntura no pretende reemplazar ni a la cirugía ni a otras terapéuticas, sino solo complementarlas, sobre todo en las enfermedades llamadas funcionales. El coreano Kim Bong Han estudia, desde hace años, la posibilidad de que exista, además del sistema nervioso, el linfático y el circulatorio, otro más que constituya la infraestructura biológica. Sobre ella actuaría la acumpuntura, en los casos fehacientemente comprobados de eficacia. Han habla de pequeños óvulos blandos, de diversos tamaños, que se comunicarían entre sí por canales de 20 a 50 milésimas de milímetro. A través de ellos circularía una materia rica en DNA ( ácido desoxirribonucleico) que, constituye una de las bases de la materia orgánica, es decir, de la vida. En ese sentido se busca ahora. Con una aguja. El instrumental médico de los cultores de esa escuela se reduciría a una panoplia de pinches de diverso calibre.
Pero eso nada tiene de extraño: en los tiempos de Hipócrates, y aún en los de Galeno, todo era "ojo clínico" y conocimiento de yuyos y de polvitos.
Fuente: Ricardo P. Ramos
La Razón
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