martes, 13 de noviembre de 2012

MI QUERIDO DISCEPOLÍN...

Su apariencia menuda y frágil,
nació en Buenos Aires, el 27 de marzo
de 1901, conociendo el dolor a muy temprana 
edad con el fallecimiento de sus padres.
Su hermano Armando, fue su apoyo moral 
y artístico, y la gran figura tutelar durante su
crecimiento y formación teatral.

                                                                                                               

          Enrique Santos Discépolo, apodado " Discepolín" por tan pequeña estructura corporal. Sus padres Santos Discépolo y Luciana Delucchi inmigrantes italianos. Discépolo apenas adolescente, estrenó en el Teatro Nacional su pieza Los Duendes, en colaboración con Mario Folco. Pero su vocación era más amplia y también fue actor. Debutó en las tablas de la mano de Roberto Caseaux, destacado comediante de la época.
          Otras obras como El señor cura, Día Feriado, Páselo, cabo y El hincha, que no sólo se representó sino que se llevó a la pantalla grande, así como piezas escritas en colaboración con su hermano Armando, le permitieron afirmarse en el ambiente teatral. Su consagración definitiva llegó a través de dos piezas, Wunder Bar y Blum, también  filmada, en las que su dúctil personalidad trascendió a los personajes.
          Pero además, su lirismo también halló cauce en la música popular no sólo como poeta, sino como compositor. El tango sería su vertiente fundamental y composiciones como Yira, yira; cafetín de Buenos Aires; Esta noche me emborracho; Cambalache; Confesión; Canción desesperada; Qué vachaché...constituyen toda una revolución en el género.
          En sus letras, a veces proféticas, la ironía, el escepticismo, el humor, se conjugan con su desgarrada filosofía y cruda visión de la vida, no exenta de ternura. Así dicen sus versos del tango Uno, que lleva música de Mariano Mores" Uno busca lleno de esperanzas/ el camino que los sueños/ prometieron a sus ansias.../ Sabe que la lucha es cruel/ y es mucha, pero lucha y se desangra/ por la fe que lo empecina./ Uno va arrastrándose entre espinas/ y en su afán de dar su amor/ sufre y se destroza hasta entender/ que uno se ha quedao sin corazón..."
          Por su talento e instinto psicológico, las creaciones de Discépolo no sólo son inconfundibles, sino perdurables, pues pertenecen a un mundo entrañable, el "mundo discepoliano".
          Gran parte de sus composiciones tienen letra y música propias, lo que le permitió forjar cada pieza como una perfecta y acabada unidad.
          Este versátil poeta, compositor, dramaturgo y actor, falleció en Buenos Aires, el 23 de diciembre de 1951. Un teatro lleva su nombre como homenaje a quien hiciera del tango una expresión universal.

Fuente: sin autor / Revista Muy interesante.
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