Ya no se usan bueyes,
pero - aunque no se vean-
siguen los mosquitos.
Ellos creen que ayudan...
El vicio de atribuirse los méritos del trabajo ajeno, ha sido objeto de una serie de dichos y de fábulas.
En " El coche y la mosca", por ejemplo, La Fontaine describe cómo un carruaje tirado por seis caballos queda empantanado en la cuesta de un camino. Mientras los seis hacen enormes esfuerzos por salir, aparece una mosca que va y viene entre las orejas de los animales prodigándoles frases de aliento e inútiles recomendaciones. Cuando por fin el coche vuelve a andar, se ufana el insecto: Si no fuera por mi ayuda, todavía estaríais tironeando en la cuesta.-
También los españoles se han hecho eco del tema. Una fábula anónima habla de un buey que recorre el campo arrastrando el arado durante una jornada y llevando un mosquito sobre el lomo. La estrofa final resume la presunción del parásito:" Y cuando el buey agotado/ todo el trabajo hubo hecho,/ aramos dijo el mosquito/ muy orondo y satisfecho".
Ese "aramos" refleja la actitud de un enjambre de gente que con la pantomima de colaborar cree haber cumplido. Un zumbido que irrita. Un aguijón de falsos méritos que nos taladra con frecuencia.
Fuente: Revista Caras/ sin autor.
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