amplía la noción de inteligencia
incorporando una serie de habilidades
emotivas que resultan indispensables
para la adaptación social de una persona.
La Inteligencia Emocional es la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. El término fue acuñado por Peter Salovey y Jhon Mayer, psicólogos de la Universidad de Yale, y difundido por el psicólogo, filósofo y periodista Daniel Goleman, a través de su libro Emotional Intelligence, cuya primera edición se publicó, hace 17 años.
En esta obra se intenta recuperar la importancia de las emociones como objeto merecedor de estudio, sosteniendo que los tradicionales test de inteligencia miden una serie de habilidades intelectuales que no suelen servir para enfrentar los distintos desafíos que se presentan en la vida diaria.
Para complementar el coeficiente intelectual, Goleman introduce el concepto de coeficiente emocional, cuyos principales componentes son el autoconocimiento emocional, el autocontrol emocional, la automotivación, el reconocimiento de las emociones ajenas -denominado empatía- y las relaciones interpersonales.
No hay que olvidar que la etimología de la palabra emoción está ligada a movimiento y que son precisamente las emociones las que nos llevan a entrar en acción o a paralizarnos, como nos ocurre por ejemplo cuando sentimos miedo.
En síntesis, el concepto de Inteligencia Emocional destaca el papel de las emociones dentro del funcionamiento psicológico de una persona y sostiene que su repertorio emocional y de su forma de proceder dependerán en gran medida sus éxitos o fracasos.
Fuente: Lic. Marta Craichik
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