días de suplicio para las mascotas.
¿Por qué, cada 24 y 31 de diciembre,
los seres humanos emplean la pirotecnia
para festejar el nacimiento del niño Jesús
y dar la bienvenida al Año Nuevo?
Tal ritual de todos los años, con la pirotecnia, sufren muchísimo la mayoría de los animales domésticos, en particular perros y gatos. Los síntomas visibles de esa mala experiencia es el jadeo casi permanente, la salivación abundante y el deseo compulsivo de esconderse.
Este temor tiene raíces fisiológicas, ya que perros o gatos, poseen un oído mucho más desarrollado que el del hombre.
En otras palabras, el estallido de cada cohete se amplifica en la mascota tal como si se pusiera el equipo de audio a todo volumen en una habitación de 2 x 2.
Sin embargo, el problema existe y hay que enfrentarlo, ya que es muy complicado cambiar de un día para el otro pautas culturales.
¿Qué debe hacerse entonces? Aislar a los pichichus y/o los mininos. Preferentemente, en una habitación a solas y umbría, con las puertas y ventanas cerradas, para amortiguar el ruido de los estallidos. Lo más parecido al lugar ideal, sise cuenta con él, es el toilette o baño de servicio. Allí hay que encerrar al animalito poniéndole abundante agua y alguno de los enseres que emplea habitualmente.
Ahora bien, ¿qué ocurre en estas fechas, durante el día, con los paseos cotidianos? En el caso de los gatos es sencillo, ya que con impedirles las salidas a jardines, patios o balcones es suficiente. Sin embargo, con el perro el problema es mayor.
Cuando está en la calle no hay otra opción que enfrentar el tema. Por esta razón, el collar y la correa en buen estado serán elementos imprescindibles.
Un secretito casero: en el momento de mayor estruendo de la pirotecnia, colocarles algodón en los oídos para aliviar un poco su sufrimiento.
Fuente: Eduardo Tarnassi ( etarnassi@fibertel.com.ar)
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