lunes, 25 de febrero de 2013

LA VERDAD DEL RELOJ CUCÚ

La torta Selva Negra y
los relojes de cucú son emblemas
mundiales de Baden- Wurttemberg,
el estado que ocupa
la esquina sudoeste de Alemania.

                                                          


          " Silva Nigra", la llamaban los romanos a la región de Baden- Wurttemberg, porque era una tierra tan oscura e inaccesible para entrar. Allí se encuentra " Triberg", la ciudad de los relojes cucú, donde aún están los talleres que fabrican estos medidores del tiempo y saludan con un simpático pajarito, tras una ventana que se abre y se vuelve a cerrar.
          Derribado el mito de que el cucú no nació en el país de los chocolates, hay que admitir que la cercanía entre ambos países hizo que Suiza también fabricara su propio reloj de cucú. La historia de su origen en Alemania es incierta. Algunos cuentan que un reloj de características parecidas llegó a Triberg desde la Bohemia checa, traído por un comerciante, en 1630, y otros que, 100 años después, lo inventó el maestro relojero alemán Franz Anton Ketterer.
          Esta última versión es más creíble porque además de la solvencia de un maestro con nombre y apellido, y se afirma que éste se inspiró en el sonido de un viejo órgano de iglesia y lo adoptó como lenguaje del pajarito. Lo cierto es que, en el siglo XVIII, Triberg ya había desarrollado una gran industria en torno del cucú, que comenzó con pequeños emprendimientos familiares y rápidamente se extendió a Centroeuropea.
          Para rescatar su historia se creó el " Camino de los relojes" en la Selva Negra, una región por la que pasan o confluyen otras rutas turísticas que tienen en común, su original trazado circular. Los organizadores de excursiones inventaron estos paseos redondos porque dijeron que " son ideales para no llevar equipaje", una modalidad que también adoptaron la "Ruta de la Amistad", "La ruta de los Sanatorios", las "Vueltas por el Bosque y las Viñas" y el sendero que llega hasta la catarata más grande de Alemania.
          Otra curiosidad de la región de la Selva Negra son las visitas al glamuroso mundo de las joyas, en Pforzheim, el reino de las marcas nobles y las creaciones únicas. Este ramo exhibe sus piezas en un centenar de vitrinas, mientras que en grandes instalaciones se ve la fundición del oro, paredes de oro puro, brillantes místicos y buceadores de perlas vírgenes.
          Son enormes palacios que recrean el fantástico mundo de los minerales de colores vistosos y brillantes. Una buena manera de terminar la visita al reino de la joyería es disfrutar de su joya "gastronómicas": un restó, con platos de las cocinas más exóticas del planeta.

                                                              
                                  Ciudad de Triberg, Alemania

Fuente: Corina Canale, para suplemento "Turismo" de La Nueva Provincia.
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