el gran conciliador,
todos son iguales en una
rueda matera"
Francisco Scutellá, artesano, historiador y creador del museo paranaense monotemático que reúne más de 2000 piezas.
"Es un elemento de vinculación, de aproximación entre personas, pasa de mano en mano y se toma de la misma bombilla", explica Margarita Barretto en su libro : " El mate, su historia y cultura".
De ahí que en cualquiera de las provincias argentinas sea posible compartir la costumbre de yerbear, sea en la variante que sea. El litoral, por ejemplo, es tierra del amargo cebado en recipientes más grandes, mientras que en otras regiones prefieren los contenedores más pequeños.
En la mesopotamia tenemos más tiempo que en las grandes ciudades, lo hacemos durar más y nos sentamos especialmente para eso, a diferencia de Buenos Aires o Córdoba, donde se lo toma a las corridas- arriesga Mario Boari, del Patio del Mate.
Algunos quizás, los más tradicionalistas, dicen que se debe tomar amargo y en una calabaza. Sin embargo, hay quienes a la yerba le agregan cascaritas de naranja, limón, o miel, café, canela, toronjil, o bien - el clásico de las abuelas- lo ceban con leche.
Con o sin yuyos, más o menos endulzado, lo cierto es que los argentinos coinciden en que, cuando los chicos preparan su primer mate, es que ya han alcanzado la madurez. Y todos le rinden homenaje con celebraciones como el " Matencuentro de Gualeguaychú, Entre Ríos, la famosa Fiesta Nacional del Mate de Apóstoles, Misiones, los campeonatos de cebadores o a través de Nuestra Señora del Mate.
Fuente: Revista Nueva, suplemento periódico La Nueva Provincia.
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