" Felices son los que
aman y se sienten amados
y aceptan el amor
que se les ofrece"
Hay quien es feliz y quiere serlo cada vez más. Pero su dicha es la consecuencia de otras
actitudes que adopta en su vida.
La felicidad consiste en saber que la vida vale la pena, y que hay algo que se puede hacer o que se puede malograr.
Felicidad es tener ánimo para todo, para gustar la alegría y para saber vivir el dolor, para creer en Dios que nos ama y para ver los signos de su amor en cada uno de los acontecimientos de la vida.
Felicidad es amar eternamente, más allá de todo sufrimiento, de todo hastío, de todo dolor;
es tener fuerzas para construir y para compartir, para trabajar y para descansar, para orar y luchar.
Felicidad es abrir cada vez más el corazón a Dios y a nuestros semejantes. En cambio, es infeliz el que nunca llega a comprometerse con nada, quien vive en la indefinición de sí mismo y de su propia vida.
Es infeliz el que no puede poner punto final a sus cavilaciones con un simple SÍ o un rotundo NO, sino que siempre está el " quizá", "probablemente", "quisiera", "podría", "ojalá",
"quién sabe"...
Para este tipo de hombre la felicidad se consigue trascendiéndose a sí mismo, hacia los otros, hacia Dios.
A lo que se tiende es a esos valores; la felicidad es una consecuencia de los mismos.
Alfonso Milagro
Fuente: Del libro " Minutos de Sabiduría" de Alfonso Milagro.
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