Cuantas veces le habrá sucedido
que tuvo que pagar
las consecuencias de un hecho
al que se es ajeno.
La expresión fue originalmente " pagar el pato". En la España de la inquisición los judíos debían < pagar un tributo> por la posesión de la Torah, libro sagrado que contiene los preceptos de la ley mosaica.
A este tributo, que se llamó < pacto o tora>, estaban a veces - indebidamente obligados- quienes - convivían con los judíos- o eran confundidos con éstos. Como el pueblo pronunciaba : pato en lugar de pacto, entonces quedó el dicho < pagar el pato> definitivamente asociado con esa ave.
Las cosas se complicaron cuando la frase pasó a América. Porque quedó la idea de ser la víctima, esta vez asociada al pavo, que se mataba para la comida del casamiento. Pero por el influjo del dicho español, <pavo> y < pavo > se confundieron y definitivamente la expresión quedó como hoy la usamos: " ser el pato de la boda", aunque convive con la antigua frase: "pagar el pato".
En ambas frases el sentido es casi idéntico: acabar siendo responsable de algo que se nos endilga, en lo que no tenemos ni arte ni parte, pagar por culpas ajenas...
Fuente: Historia de las frases/ revista Caras.
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