martes, 22 de enero de 2013

HIJOS VERSUS TIEMPO LIBRE

Los padres de hoy
sienten la necesidad de transmitirles
a sus hijos la noción de autoexigencia
como requisito indispensable
para enfrentar la perspectiva de un futuro complejo.

                                                                       


          Sin embargo, cabe preguntarse si eso es lo ideal o si, por el contrario, es imprescindible estimular su creatividad, tan importante para un desarrollo armónico. Si hubiese que elegir un ejemplo que mostrara claramente la diferencia entre lo que era la vida de los chicos urbanos hace
cuarenta o más años y lo que es la de los chicos de hoy, estaría relacionado, seguramente, con el manejo del tiempo libre, y de todo lo que eso implica: juegos, creatividad, deportes, apropiación de los espacios privados y públicos, y también, por supuesto, el ocio.
          En principio, porque aquel tiempo libre respondía a una convención por demás respetada, según la cual el día se dividía en 8 horas para trabajar o estudiar, 8 para descansar o divertirse y 8 horas para dormir.
          Ahora, en la sociedad de 24 horas en que estamos inmersos, ese esquema aparece, literalmente, como un anacronismo.
          ¿ Cómo hablar de un horario para dormir cuando los adolescentes salen a las 2 de la madrugada, los canales de dibujos animados transmiten toda la noche, los chicos "chatean" de madrugada, los "delivery" tocan timbre a cualquier hora, y en muchas casas la actividad a las 12 de la noche no tiene nada que envidiarle a la de las 12 del mediodía?
          Este show en continuado puertas adentro es muchas veces funcional a la necesidad de los padres de proteger a sus hijos de - un afuera- que cada vez se les presenta como más amenazante. La contrapartida es una mayor laxitud en los horarios y una vida en la que ya no están tan definidos los momentos para la obligación y aquellos destinados a la diversión.
          Lo paradójico, sin embargo, es que en medio de este panorama aparentemente desestructurado, los padres presionan más que nunca a sus hijos a fin de que se apresten para enfrentar un futuro que se presenta para todos, bastante incierto. Así, ha ido creciendo la tendencia " a agendarles" cada vez más actividades que - al menos- ésa es la intención-  los proveerán de armas para estar mejor preparados para una carrera en la que, aun cuando todos pudieran largar, ya se sabe que hay muy poco espacio tras la línea de llegada.
          ¿ El resultado? Chicos cada vez más presionados, no sólo por actividades complementarias de la educación formal, por ejemplo aprender idiomas, sino también por otras ocupaciones, ya sean deportivas, recreativas o de reeducación ( tratamientos o maestras particulares).

Fuente: Carmen María Ramos/ revista La Nación
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