Una persona normal tiene,
40 mil millones de células grasas.
Cuando éstas se multiplican,
resulta imposible detenerlas.
¿ Qué sabe la ciencia sobre el tema?
¿ Será factible revertir el proceso?
Fue una de las historias médicas más importante de la década de 1990 y, en consecuencia, una de las mayores desilusiones. En 1994, investigadores de la Universidad Rockefeller, trabajando con ratones mutantes que llegaron a tener el triple del tamaño de los ratones normales, descubrieron qué era lo que los hacía tan diferentes: la ausemcia de una hormona que denominaron " leptina".
Cuando se les inyectó esta hormona, los ratones cambiaron repentinamente sus hábitos alimentarios y empezaron a despojarse de sus gramos demás. Desde la época de Charles Atlas no se había logrado imágenes tan convincentes de " un antes y un después"; para millones de personas que en secreto se identificaban con esas bolas de pelo del tamaño de una mandarina, la leptina pareció esa tan ansiada píldora que podría transmitirles la fuerza de la voluntad necesaria para adelgazar.
Pero lo que había funcionado bien en los ratones -no resultó efecto en los humanos-... o más bien, funcionó solamente en un puñado de personas que, al igual que los ratones, carecían del gen que producía la leptina por su propia cuenta.
Fuente: Jane Underwood- Jerry Adler < The New York Times> La Nación.
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