La prensa pide estudiar
el fenómeno, de una práctica cubana
el ponerles nombres que a veces
son impronunciables y difícil
de entender.
Los extravagantes nombres de pila surgidos en las últimas décadas en Cuba, donde la prensa y los especialistas llaman a estudiar ese fenómeno social y aplicar normativas jurídicas más claras al respecto.
Inventar nombres propios en la isla es una práctica común que persigue la originalidad para llamarse de una manera " única e irrepetible" aunque muchas veces el vocablo que surge es "impronunciable" y difícil de entender.
Las tendencias para escoger un nombre propio en Cuba, incluyen la adaptación de palabras de otros idiomas, la formación de híbridos con los nombres de los padres, la inversión de palabras o puras extravagancias que no tienen explicación.
Como resultado de las mezclas aquí algunos ejemplos: Robelkis por Roberto y Belkis; Migdisray por Migdalia y Raymundo; Geyne por Gerónimo y Nelly; Yaneymi por Yanet y Mijail, y la recurrente opción de invertir las palabras ha creado otros como: Ailed que sería al revés de Delia; otro es Adianez es al revés de Zenaida, y hasta Orazal que es al revés de Lázaro.
Entre los casos más particulares, están las adaptaciones criollas de términos extranjeros, muchos de ellos del inglés, por ejemplo: Leydi por Lady; Danyer por danger. " Existió un momento en el que no se podían poner nombres extranjeros tal cual; entonces esa decisión del ámbito jurídico trascendió al lingüístico" explicó la investigadora Aurora Camacho, quien es miembro del Instituto Cubano de Literatura y Lingüística, indica que en la isla se mantienen vigentes nombres de arraigo cultural y más sencillos como - María, Pedro, José, etc.,aunque "ciertamente con menos frecuencia".
Señala asimismo que se ha olvidado la antigua costumbre de consultar el santoral y de asignar varios nombres, ya que de hecho las leyes del país no permiten que una persona tenga más de dos nombres. Para los especialistas los nombres inventados suponen " desafíos", un problema y una provocación para todos los lingüísticas".
El marco jurídico cubano es ambiguo y no ayuda porque la Ley del Registro del Estado Civil, establece de manera general la libertad de las personas para escoger los nombres en correspondencia con las tradiciones y el desarrollo educacional y cultural.
Su opinión es que, por ejemplo, se debería potenciar el papel de los registradores civiles en los hospitales porque ellos podrían ser guías y orientadores ante este fenómeno.
Fuente: Aurora Camacho para noticias EFE, La Habana/ publicado por La Nueva Provincia.
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