pacifista del anabaptismo que
apareció en el Siglo XVI, como
una expresión radical de la
Reforma.
Su primer líder espiritual fue el
sacerdote holandés Menno Simons,
de quien deriva el nombre de la
comunidad religiosa...
El viento suele soplar fuerte y seco en ese lugar de la llanura que parece arrancado de otro tiempo. Allí no hay autos ni televisores, solo carruajes tirados por caballos que llevan gente de rostros serios y vidas austeras. Allí la electricidad casi no existe, las lámparas de aceite iluminan los cuartos vetustos y los niños juegan en las calles de tierra con patinetas de madera que han hecho sus padres.
Allí, como si el mundo que los rodea les fuera totalmente extraño, se murmuran lenguas arcaicas y se desdeña el progreso. En el sudeste de la provincia de La Pampa, en las cercanías de la localidad de Guatraché, se encuentra la colonia menonita de La Nueva Esperanza. Apegados a una cultura en la que la religión se hace omnipresente, sus 1.500 habitantes parecen inmersos en un insólito anacronismo que no solo prescinde de muchos de los elementos característicos de nuestra modernidad sino que, además, reduce al mínimo posible el contacto con todo aquello que pasa fuera de las fronteras de la colonia.
Ajena al exterior, la cotidianeidad de los menonitas de La Nueva Esperanza parece arrancada de una novela de pioneros del siglo XIX. Los menonitas constituyen una variante pacifista y trinitaria del movimiento cristiano anabaptista que surgiera en el Siglo XVI luego del cisma eclesiástico provocado por la Reforma Protestante, y esto rechaza el bautismo infantil y solo le concede valor religioso al tomado conscientemente por los adultos, siendo esta idea uno de los pilates de las creencias de esta rama del cristianismo cuyo nombre proviene de Menno Simons, un sacerdote holandés que fuera el impulsor originario del menonismo.
Fuente: Revista "Muy Interesante" por Carlos W. Albertoni
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