que podría decirse que no
tiene un clima específico.
Toda la temperatura de allí
llega de sus vecinos: el polo
y el golfo de México...
La ciudad de Nueva York tiene calefacción y refrigeración, pero no tiene clima... ya que el frío viene directamente del Polo a gran velocidad y el calor procede del Golfo de México. A veces, no bien acaba de llegar una remesa de frío por la Grand Central Station, cuando aparece por la estación de Pensylvania una remesa de calor, y las personas que viven allí, buscan información en todo lo que esté al alcance, para saber que notifican los meteorólogos y a qué atenerse.
Pero los zaragozanos neoyorquinos no hacen jamás declaraciones concretas, y lo definen de la siguiente manera: "Temperatura baja, con tendencia a subir. Vientos del norte, del sur, del este o del oeste. Lluvia probable. Quizá nieve. Tal vez granizo. Parcialmente nublado. Buen tiempo. Barómetro muy variable..." Pareciera una broma el boletín meteorológico, pero todos los fenómenos anunciados en él pueden producirse muy a menudo, en un mismo día.
De hora a hora, la temperatura tiene oscilaciones enormes. Tan pronto llueve torrencialmente como luce un sol espléndido. El Hudson está, poco más o menos, en la latitud del Tajo y cada quince o veinte días aparece helado, aun en plena primavera. Del norte o del sur, los vientos llegan siempre aquí tal y como salen, sin tropezarse en todo el camino con un solo accidente que los modifique, y, al pasearse por Nueva York, uno tiene la sensación epidérmica de andarse paseando entre Veracruz y el Polo. A veces el aire sopla con tanta violencia, que toda la floresta de los rascacielos gime y se estremece a su empuje, y, minutos después, el humo de las fábricas se eleva majestuosamente en una calma perfecta.
Fuente: Julio Camba, de "La ciudad automática".
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