perisodáctilo domesticado
de la familia de los équidos.
Es un herbívoro solípedo
de gran porte, cuello largo
y arqueado poblado por
largas crines...
Su domesticación se remonta a unos 3.600 años antes de Cristo, en la región de Kazajistán. A la hembra del caballo se le llama yegua y a las crías potrillos o potros si son machos, y potras o potrancas si son hembras. Los caballos mantienen el equilibrio apoyándose en las dos patas delanteras y una de las traseras.
Su anatomía les permite bloquear las babillas, que es el equivalente de las rodillas humanas, de sus miembros posteriores, de forma que pueden relajar sus músculos y reducir la fatiga de soportar sus cientos de kilos. En las delanteras apoyan solo la parte anterior del casco. Así liberan los tendones y los músculos. Además, van cambiando el peso entre patas. Los caballos han evolucionado en espacios abiertos y amenazados por los depredadores.
Ser capaces de dormir de pie constituye una ventaja, ya que ante cualquier amenaza pueden huir de inmediato. Pero esto no quiere decir que no se tumben para descansar. De hecho, es la única postura con la que logran un sueño profundo en el que incluso roncan. Pero sólo se acuestan si se sienten muy seguros, por ejemplo, en su establo u otro lugar que conozcan muy bien, y nunca durante mucho tiempo. También descansan mejor en grupos, porque se sienten vigilados y la duración del sueño varía según la edad del animal.
Fuente: Revista "Muy Interesante"
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