viernes, 6 de septiembre de 2013

DOCTOR, NO VOY PORQUE LE TENGO MIEDO...

Cuántos de nosotros
postergamos esa cita con
el doctor por miedo.
Acudimos a él casi cuando
ya no soportamos más el
dolor y entonces la visita al
galeno es sí o sí.
Pero hay personas que
sufren de iatrofobia,
y tienen que tratarse con
un psicólogo.


                                                                 


          Hay personas que cada vez que debe acudir al médico o a un hospital, para determinada consulta, experimentan sudoración excesiva, náuseas, sequedad bucal, temblores, palpitaciones, incapacidad de hablar o pensar con claridad, incluso un ataque de ansiedad.
          Todo esto es la iatrofobia: fobia social que padecen aquellas personas que temen ir al médico o a un hospital. El vocablo deriva del griego: iatrós, que significa médico y fóbos, miedo. Se define como el temor a los médicos o al personal sanitario en general, o simplemente a quien use una bata o una insignia de hospital (dentistas, ginecólogos, farmacéuticos, bioquímicos o enfermeros).
          El concepto resulta muy heterogéneo y la fobia asume diversas variantes, según la persona que la padezca: el miedo puede limitarse al sólo acto de acudir al médico o extenderse a todo aquello relacionado con la salud.
          En los casos de mayor gravedad, el individuo rechaza cualquier actividad ligada al ámbito sanitario, como el examen sanguíneo, el control de la presión arterial o el consumo de fármacos. Además, puede experimentar problemas de estrés psicológico por el hecho de escuchar hablar sobre temas médicos, consultas o todo aquello referido a la medicina: incluso rechazar el olor característico de los centros hospitalarios, o ver agujas en manos de los médicos o enfermeros.
          La Fundación Fobia Club está sustentada en un grupo de profesionales altamente calificados, cuyos objetivos fundamentales son: docencia, investigación y orientación a personas que tienen trastornos de ansiedad y a sus familiares, realiza charlas orientativas abiertas y gratuitas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



Fuente:  Revista Saber Vivir.
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