En todas partes han cantado
los poetas el amor paternal, y el
de los hijos a sus padres,
en hermosos versos.
Es un tema inagotable, porque
ningún otro amor, como no sea
el de Dios, parece más desinteresado y puro.
Pero han existido poetas que
se inspiraron preferentemente
en su amor a los niños, para hacer poesía.
Si bien es cierto que entre los grandes poetas castellanos, tanto de España como de América, ninguno se ha dedicado de una manera exclusiva a escribir poesías para la infancia; si cuentos y fábulas en la mayoría.
En cambio, en Inglaterra y los Estados Unidos abundan los escritores que consagraron a los niños las primicias de su talento; y no es raro ver la firma de poetas célebres al pie de composiciones donde se trata únicamente de juegos y alegrías infantiles.
Y el que en algunos países más que en otros los poetas se dediquen a escribir composiciones infantiles, como sucede con los poetas de lengua inglesa. Si nuestros poetas escriben poco para la infancia, el hecho reconoce quizás por causa de no atreverse a descender a un lenguaje sencillo, aniñando su pensamiento, a fin de hacerse comprender fácilmente por las tiernas inteligencias de sus lectores.
Pero cuando accidentalmente tratan de los niños, poetas y prosistas demuestran tanto amor, tanta ternura, tanto interés, como los escritores ingleses dedicados por entero a la infancia.
A continuación una poesía para niños de Friedrich Schiller, relacionado con el juego de la niñez, y el explica que los mismos deberían constituir la preparación para las ulteriores luchas de la vida, que habrían de soportarse con la misma alegría que aquéllos.:
Juega ¡oh niño! sobre el seno de tu madre,
isla grata donde no hay pena ni temor:
brazo amante junto al borde de la sima
te sostiene con amor;
y tú miras con sonrisa cariñosa
el abismo de la tumba que da horror.
Juega, niño, que aun la Arcadia te rodea.
Junto a ti, libre natura, te dará.
Viril fuerza, que anhelando voluptuosa
la barrera encontrará;
grande arrojo, al que cohibe fin impuesto
y el oficio obligatorio en que se está.
¡Juega, juega! De aquí a poco, macilento,
el trabajo cotidiano habrás de ver,
y es muy fácil que ni el ánimo ni el gozo
compagines con lo amargo del deber.
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Fuente: Enciclopedia del conocimiento "El Libro de la poesía"
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