La experiencia de Michelson
es el primer cimiento de
la Relatividad y su testimonio
es de un gran valor
en razón de su finura.
Cincuenta años después
de la experiencia inicial
de Michelson (1881),
las pruebas más precisas
[Kennedy en Monte Wilson,
Joos en Jena y Hammar
en Isaho] obligan a confirmar
un efecto nulo, cuyos resultados
fueron catalogados como falsos.
Sin embargo, sería ridículo considerarla como la base única de la teoría: toda experiencia de óptica o de Electromagnetismo es una prueba de relatividad, porque estas disciplinas, sin percatarse del inmenso alcance de sus hipótesis, plantearon desde un principio como invariante en el vacío la velocidad de la luz.
Aunque se haya tardado en comprender este hecho, esas disciplinas son incompatibles con la Mecánica clásica y todas sus deducciones se adecúan por anticipación a la Relatividad. Por lo demás, muchas experiencias, distintas de la de Michelson en sus principios, habrían podido también servir de punto de partida de las reflexiones de los físicos, ya que tampoco hubieran permitido poner de manifiesto la traslación de la Tierra.
Se trata de las experiencias de:
Rayleigh - Brace (1902-1904) sobre la doble refacción;
Trouton - Noble ( 1905) sobre los condensadores eléctricos;
Tomaschek ( 1925) en el Jungfrau (2.500m), siguiendo el mismo principio;
Trouton - Rankine ( 1908) sobre la conductividad eléctrica.
Las más precisas de estas experiencias habrían permitido evidenciar una traslación de la Tierra en el espacio que no pasara de 1 km/s. Su resultado negativo afirma definitivamente la falla de la antigua Mecánica.
Fuente: Paul Courdec.
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