15 de Junio
Día del Libro.
Leer es mantener siempre
vivas y despiertas las nobles facultades
del espíritu, dándoles por alimento
nuevas emociones, nuevas
ideas y nuevos conocimientos.
Leer es multiplicar y enriquecer
la vida interior.
Cuando oigo decir que una persona tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él.
Leer es sobre todo asociarse a la existencia de sus semejantes, hacer acto de unión y de fraternidad con los hombres. El que lee, aunque se halle confinado en una aldea, vive del movimiento universal.
La lectura fecunda el corazón, dando intensidad, calor y expansión a los sentimientos.
Los egoístas no practican por lo general la lectura, porque pasan absortos en la árida contemplación de sus intereses personales. No sienten la necesidad de salir de sí mismos y estrecharse con los demás.
Las personas indolentes no leen; pero, ¿qué son el ocio y la indolencia sino las formas plásticas del egoísmo?
Los placeres que proporciona la lectura son de todo tiempo y en cualquier lugar, y son los únicos que pueden renovar el albedrío.
Rioja ha podido decir así, con simplicidad tocante:
Un ángulo me basta entre mis lares,
Un libro y un amigo, un sueño leve
Que no perturben deudas ni pesares.
La lectura es poderosa para curar los dolores del alma, y Montesquieu ha escrito en sus
"Pensamientos", que jamás tuvo un pesar que no olvidara después de una hora de lectura.
El libro es enseñanza y ejemplo. Es luz y revelación. Fortalece las esperanzas que ya se disipan; sostiene y dirige las vocaciones nacientes que buscan su camino a través de las sombras del espíritu o de las dificultades de la vida.
El joven oscuro puede ascender hasta el renombre imperecedero, conducido como Franklin por la lectura solidaria.
Enseñemos a leer y leamos. El alfabeto que deletrea el niño es el vínculo viviente en la tradición del espíritu viviente en la tradición del espíritu humano, puesto que le da la clave del libro que lo asocia a la vida universal.
Leamos para ser mejores, cultivando los nobles sentimientos, ilustrando la ignorancia y corrigiendo nuestros errores, antes que vayan con perjuicio nuestro y de los otros a convertirse en nuevos actos.
Nicolás Avellaneda.
Fuente: " Escritos literarios selectos" . Biblioteca del estudiante argentino René Bastianini.
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