Venus de Milo, las mujeres
gordas eran las únicas que
seducían a los varones.
Aquella diosa indiscutida de la
belleza de caderas anchas y formas
redondeadas se diferencia de la
mujer delgada y estilizada que
impone la moda como estereotipo
en los tiempos actuales...
Aunque cambien las épocas, las tendencias culturales siguen dibujando el perfil atractivo de hombres y mujeres, y continúan remarcando las zonas eróticas sobre sus cuerpos. Así es como los pechos han sido en Occidente, los símbolos de seducción, como son los pies pequeños en China, la nuca en Japón y la cola en África, El Caribe, Brasil y también en la Argentina.
En cualquier parte del mundo, la moda ofrece ideales capaces de despertar el deseo y en algunos casos, la intención de imitarlos genera preocupaciones desmedidas en torno a las formas del propio cuerpo y, en muchos casos, la ansiedad por alcanzar la perfección provoca angustia y genera una visión distorsionada de la propia imagen.
Contra toda creencia, una persona sugestionada, tiene la certeza de que su rostro posee las desproporciones propias de una caricatura, que su frente es ancha, sus ojos demasiados pequeños o demasiados grandes, que sus labios son muy finos o muy gruesos. Se mira al espejo y observa que su cuerpo es horrible. Muchas personas recurren a la cirugía plástica, creyendo tener defectos, sin ser así.
Las personas que lo sufren se sienten aisladas, desoladas, creen que su aspecto estigmático siempre los va a alejar de los demás, por lo que tendrán es una depresión aguda, y pensamientos negativos. El tratamiento requiere un abordaje psicológico con el propósito de ayudar al paciente a tener una revaloración de sí mismo y de su propio cuerpo.
Fuente: Doctor Carlos Collazo, médico psiquiatra. Revista Saber Vivir.
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