Un 52% de la población
sufre de anemia, y sólo el
29% lo sabía antes de hacerse
análisis de sangre.
El resto ni lo sospechaba.
La anemia, una de las diez
causas principales de muerte o
de enfermedad en el mundo.
Las mujeres y los niños son
los afectados por esta
enfermedad silenciosa.
La anemia es un cuadro clínico que se caracteriza por una cantidad de glóbulos rojos -o de la hemoglobina que estos contienen- inferior a los parámetros normales. Los glóbulos rojos, a través de una proteína denominada hemoglobina, transportan el oxígeno por todos los tejidos del cuerpo.
Cuando el aporte nutricional de hierro a través de la alimentación es insuficiente, la médula no está en condiciones de producir la cantidad necesaria de glóbulos rojos, o los que elabora carecen de la suficiente hemoglobina: entonces aparece la anemia.
Aunque el 90% de los casos se debe a carencia de hierro debido a una mala alimentación - es la que se conoce como anemia ferropénica-, también puede aparecer como consecuencia de hemorragias, enfermedades gastrointestinales, parasitosis crónicas, intoxicaciones medicamentosas, enfermedades malignas, etcétera.
La carencia de otros nutrientes -distintos del hierro- también puede generar el mismo trastorno. El ácido fólico desciende en las embarazadas que no comen frutas y verduras, y sus síntomas son la irritabilidad, la diarrea y la fatiga. Si hay hormigueo en manos y pies, pérdida de memoria y mala coordinación de los movimientos, puede estar faltando vitamina B12.
En otros casos, la anemia aparece por insuficiencia de vitamina B6, de cobre, o es provocada por una tendencia hereditaria. Hay anemias familiares o genéticas, por ejemplo la talasemia, también llamada "anemias del mediterráneo", que es muy frecuente en descendientes de italianos y españoles.
Sus síntomas más notorios son la fatiga, mucho dolor de cabeza, falta de memoria, menor rendimiento intelectual, dificultades para concentrarse y a la vista de todos, la palidez en el rostro del enfermo por la falta de oxigenación. De hecho, en la piel también se nota la anemia, el cambio de color, sequedad, rugosidad, resquebrajamiento o hematomas también son indicios.
Pero puede haber otros síntomas más; la respiración entrecortada, irritabilidad en el carácter, infecciones muy frecuentes, falta de apetito o gastritis y uñas delgadas y quebradizas. Una buena alimentación fundamental consiste en comer carnes rojas, aves y pescados, así como alimentos ricos en vitamina C (cítricos) porque este nutriente favorece la absorción de hierro.
Consumir cereales reforzados con hierro y con vitamina C porque previenen el déficit, y recordar que, si consume mariscos, las almejas y los mejillones son muy ricos en hierro. Además habría que evitar el consumo de té y café con las comidas. Lo ideal es comer una vez al día carnes rojas, pollos o pescados acompañados de tomate o cítricos y alejados de los lácteos, porque el calcio de la leche y quesos entorpece la absorción del hierro.
Fuente: Doctores nutricionistas Patricia Minuchín, Juan José Munné.
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