Las personas pesimistas
son fáciles de reconocer:
el final de sus frases suelen
incluir un " pero..." que
recuerda el lado negativo
de las cosas.
Lo positivo en una persona pesimista, pasa rápidamente por sus vidas y lo negativo, en cambio, lo viven con gran intensidad.
Cuando las cosas les van bien, se preguntan cuándo se acabará la buena racha. Estas personas en general detestan enfrentarse a las dificultades, esperan un milagro que las salve de su situación en vez de decidirse a actuar.
Para los demás, los pesimistas suelen ser difíciles de tolerar. Primero, porque buscan consuelo en los otros, pero no escuchan sus problemas. Por otra parte, se ponen en el rol de la víctima constantemente, sin aportar soluciones y con una visión que entristece a los que los rodean.
El pesimismo puede ser parte visible de una depresión si su aparición es repentina en alguien que no es amargado estructuralmente. En este caso, lo más aconsejable es una consulta médica. En cambio, cuando se trata de un rasgo del carácter, es diferente el modo en que se debe encarar.
Habitualmente, es útil que estas personas hagan una terapia breve que apunta directamente a su inseguridad y falta de confianza en sí mismos para que puedan cambiar y vivir más felices.
Fuente: Revista Mía, editorial Perfil.
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