en la lectura que imposibilita
su comprensión correcta.
Aunque convencionalmente
el término se aplique también
a la dificultad para una correcta
escritura, en este caso el término
médico sería Disgrafía.
El término Dislexia lo creó el Dr. Rudolf Berlin en Stuttgart, Alemania en el año 1887, y lo utilizó para describir la pérdida de la capacidad de leer en una persona adulta, debido a una lesión cerebral.
Hasta hace algunos años se calificaba de Disléxico al niño que invertía letras, sílabas o palabras al escribir. Con el tiempo y pese a las muchas investigaciones realizadas, no pudo encontrarse ninguna lesión cerebral que justificara la alteración, se llegó a la conclusión de que el problema es exclusivamente funcional y se abandonó el uso del término.
En la actualidad se considera que la inversión de letras es una llamada de atención y una señal de que el niño tiene algún problema, que forma parte de un contexto general. Los padres que detectan esta condición deben observar los cuadernos de sus hijos para saber si invierte siempre las mismas letras, sílabas o palabras y si siempre se trata de la misma palabra.
Si el problema se repite, habrá que detectar cuál es el mensaje que transmite. La antigua técnica de reeducar, ejercitando y corrigiendo, puede mejorar la situación, pero no va al fondo del problema. Un intento de resolverlo sería UNA CONSULTA CON EL PEDIATRA, quien se encargaría de investigar y descartar lo que no corresponde.
En primer lugar que no haya alteraciones de la visión o de la coordinación vista-oído y funciones motrices. Es también importante descubrir si el niño sabe que invierte letras. En primer grado, por ejemplo, todavía no tiene bien constituído el orden de las letras y sílabas.
Sin que esto se convierta en un motivo de alarma, debe prestársele atención porque es su forma de manifestar que algo no funciona bien.
Fuente: Editorial Perfil.
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