Imagínese un país con una
población equivalente a un
milésimo de la de Estados Unidos,
pero que produce todos los bienes y
servicios de la vida moderna...
Esta nación insular próxima al Círculo Polar Ártico plantea una incógnita fascinante a los economistas: ¿Cómo puede una población tan reducida, sacar tanto de tan poco?...
El ingreso nacional per cápita es de unos 24.000 dólares al año. Pero si a ello se suma el aire puro y la ausencia de delicuentes en las calles, queda claro que los islandeses se cuentan entre los económicamente privilegiados del planeta. Y eso por muchas razones.
El país está mejor dotado de lo que hace suponer su desolado paisaje de lava y glaciares. En 1976 extendió sus aguas territoriales 200 millas mar adentro, y hoy en día la pesca representa el 16% del producto nacional y cerca de la mitad de las exportaciones.
Gracias a un bajo índice de criminalidad, no se gasta mucho en servicios policiacos. Además, no hace falta importar grandes cantidades de combustible para calefacción: los radiadores funcionan con agua caliente extraída de la roca volcánica.
Los islandeses disfrutan también de varias ventajas culturales: una firme creencia en la ética del trabajo, respeto por la instrucción práctica y un fuerte sentido de identidad nacional:
"Nuestro éxito no se debe principalmente a la economía", dice Thordur Fridjonsson, director del Instituto Nacional de Economía de ese país, "sino a nuestra actitud ante la vida".
Fuente: Peter Passell, en el Times de Nueva York, de Revista Selecciones del Raider's Digest.
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