Cuantos jóvenes suspiran
al ver a otro del sexo opuesto
y suspirar porque creen que
se enamoraron a primera vista...
Pero el amor verdadero,
según los psicólogos, no es así.
Solo unos pocos, llegan a lograrlo
y se enamoran para toda la vida.
Los adolescentes suelen creer que enamorarse es una meta, un final. Se apasionan por primera vez de alguien que les corresponde y creen que ya ha llegado el amor, cuando en realidad se trata de lo contrario; es decir, el inicio del larguísimo aprendizaje sentimental, una confusa peripecia emocional que lleva toda la vida.
Este equívoco está fomentado por los relatos infantiles, las novelas rosas y las películas. Al final del cuento, las parejas se juntan y comen perdices para siempre; una vez unidos los amantes, no hay nada más que narrar, como si la dicha fuera una eterna sonrisa petrificada.
Pero sucede que la realidad comienza justo entonces: la vida se inicia donde acaba el cuento. Porque a partir de esa primera etapa de enajenación sentimental uno puede intentar el milagro cotidiano del amor heroico, que es el que se basa en lo tangible, en el esfuerzo por entender al otro, en el consenso de las cosas en las que se disiente; en las broncas sufridas y superadas; en la generosidad y en el esfuerzo.
Si la pasión estriba en inventarse al otro, el amor heroico consiste en conocer al otro y, pese a ello, amarlo. No es un trabajo fácil, no es seguro; Tal vez, habrán personas que están capacitadas para lograrlo. Pero, en el amor heroico hay emoción y también se alcanza el cielo con las manos. Y merece la pena intentarlo. ¿No le parece?
Fuente: Rosa Montero, Diario Clarín. Buenos Aires. Para Selecciones del Reader's Digest.
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