Los límites que
provienen del afecto
son valiosos cuidados
Al intentar comprender cómo funcionan los límites claros y precisos podríamos acudir a una analogía. Si en una terraza sin baranda dejamos un bebé en su andador, es posible que caiga al vacío pues no llega a percibir cuál es el "límite" ni tampoco el peligro.
Del mismo modo los "límites" que se aplican a un niño, a un adolescente o a una persona de mayor edad funcionan como barrera de contención, más precisamente, de continencia. Van cargados de afecto pues establecerlos significa que esa persona nos interesa y que nos duele si algo le pasa.
Este mismo mensaje es el que recibe el niño, el adolescente o la persona mayor ante el límite que viene de afuera, siempre y cuando se lo imparta con sana intención.
Fuente: Claudia Wright, para Revista Predicciones.
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