Los antiguos persas
descubrieron -de cierta manera-,
una de las llaves que nos conduce a
la psique humana.
Por eso, los riquísimos
cuentos que nos encierran, detrás de
su trama cercana a la aventura
y a las grandes proezas, ingredientes
insustituíbles que influyen directamente
sobre el alma y la mente del lector.
Pero, en aquellos tiempos, no se trataba de lectores: narrar cuentos era una verdadera profesión. Los narradores iban de pueblo en pueblo, reuniendo grupos en los que se mezclaba todo tipo de público ansioso por escuchar.
Y la voz, la palabra directa, con sus diversas tonalidades, con todo el suspenso de las historias, penetraba hasta la parte más profunda del espíritu. En ese espacio interior es donde, precisamente, se alojan nuestros miedos, nuestras debilidades, y nuestros errores.
Estos antiguos cuentos que eran transmitidos oralmente trataban temas tan humanos como universales, relacionados con la ambición, el amor, la fama, la riqueza, la humildad...Por su influencia sobre las personas, se ha querido ver en ellos el germen del psicoanálisis, al demostrarse que pueden curar problemas del alma humana, a la vez que entretienen y hacen reír.
Y el humor es, como se sabe, también una excelente terapia para curar
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