Determinado por el sol,
el ritmo biológico de sueño
y de vigilia no sólo regula
la temperatura corporal, el
metabolismo, la atención mental,
la presión arterial y las hormonas,
sino todas las funciones que
pueden tener injerencia en la
realización de ejercicios físicos...
Esta suerte de reloj interno adquiere gran importancia entre los deportistas de élite, pero no resulta tan relevante para aquellas personas que lleven a cabo una actividad física moderada, por lo que, más allá del horario óptimo para realizarla, lo importante es ejecutarla de un modo no intenso y con los chequeos médicos correspondientes.
Algunos estudios científicos sostienen que, en general, las personas pueden clasificarse en matutinas o vespertinas, teniendo en cuenta el momento del día en que funcionan mejor, algo que lógicamente también alcanza a la actividad física. Y si bien recomiendan que el cuerpo no sea sometido a una rutina agotadora al comenzar la jornada, reconocen que los deportistas mañaneros son los más perseverantes y que las condiciones para la práctica son mejores tras el reparador descanso nocturno.
Asimismo destacan que en la mañana se activa antes el metabolismo y se queman más calorías, aconsejándose el ejercicio físico con anterioridad al desayuno. Pero la mañana también posee sus contraindicaciones, teniendo en cuenta antes de despertarnos la temperatura corporal se encuentra baja y que los músculos, que estuvieron relajados durante un tiempo prolongado, acrecientan el riesgo de lesiones si no se realiza una buena elongación previa.
Fuente: Revista Familia Cooperativa.
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