Hay actitudes que los animales
tienen por naturaleza y enseñan
a sus amos a cambiar, sólo es
cuestión de prestar atención...
En un lujoso palacio vivía un brahmino, gobernador de una región y dueño de un perro. El animal era corpulento y de temperamento orgulloso. No era difícil que se enfrentara a otros perros, por lo que casi siempre lo paseaban atado con una correa.
Cada vez que el perro se encontraba con otro de su especie, empezaba a tirar de la correa con todas sus fuerzas. Su amo, sin dejar de sujetarlo, intentaba calmarlo hablándole dulcemente:
"no hagas así...déjalo al pobrecito tranquilo". Todos le temían.
Un día, el brahmino encargó a un nuevo sirviente que paseara al perro, pero olvidó advertirle sobre el carácter del animal. No obstante, para el sirviente, éste era un perro como muchos, por lo cual ignoraba su excentricidad. Cómo era previsible, se encontró con otro de su par y el perro del brahmino dio rienda suelta a su carácter y salió corriendo a enfrentarlo.
El siervo lo soltó de la correa y el perro perdió el equilibrio hacia adelante, dándose cuenta que era libre, y entonces se encontró frente a un dilema: o dar séquito a su amenaza empezando la batalla, o evitar la confrontación.
El animal titubeó: al fin y al cabo el otro perro, aún más pequeño, estaba listo para la lucha. ¿Podría matarlo, pero si me mordiera, perdería mi noble aspecto?...No vale pelearme. Emitió unos gruñidos y volvió donde estaba el servidor. una vez en el palacio, el doméstico relató lo ocurrido al brahmino, que desde entonces, acostumbró a pasear al animal sin correa.
Conclusión: El perro dejó de amenazar a otros animales y le demostró a su dueño la manera sabia de gobernar.
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Fuente: Jardín Zen Buenas Vibraciones. Salud Alternativa.
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