no se tentaba ni con los más
irresistibles deleites, que se sentaba
a la mesa sólo "por costumbre",
se convirtió en una joven
que conquistó el placer de comer
y la alegría de cocinar.
El descubrimiento de la macrobiótica funcionó como estímulo para la protagonista del cambio, Bettiana Blum. Apenas terminó el secundario dejó su Chaco natal para dar sus primeros pasos como actriz en Buenos Aires. Allí tuvo noticias sobre esa modalidad alimentaria " y sentí algo que no puedo explicar, pero se parece a una gran alegría", cuenta emocionada.
"Empecé a investigar cuando la macrobiótica estaba muy poco difundida en nuestro medio. Entre las personas que conocía los únicos que estaban informados eran un talentosa escenógrafo que falleció muy joven y la actriz Henny Trayles; ellos me iniciaron en este camino.
Compré libros, leí, profundicé. Y me resultó apasionante. Advertí que la alimentación tenía un sentido. Dejé la carne roja sin sacrificio; comprobar que se podía vivir sin consumirla fue como una liberación.
Después descubrí el naturismo, vegetariano o lácteo. con él me siento cómoda desde hace años. Aprendí a disfrutar de los productos integrales y me encanta incluirlos en fórmulas novedosas. Los panes negros y la repostería con harina integral y miel me fascinan. Adoro el arroz y las pastas con vegetales, las salsas de verduras, los champiñones, los ñoquis de espinaca o ricotta.
Bettiana Blum ha escrito un libro que es una síntesis de su vida, sus elecciones y el camino que encontró para avanzar hacia la expansión de su conciencia y su espíritu. Contabiliza entre sus logros el haber descubierto que la alimentación tiene un sentido y sostiene que " hay que aprender a vivir desde el corazón".
Fuente: Revista Cocina Nueva.
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