La expresión del afecto
mediante el contacto físico,
es una forma de comunicación
extendida entre los animales
que viven en grupos sociales
duraderos.
Abrazos, cosquillas, caricias o empujones forman parte del repertorio de señales amistosas que utilizan para estrechar sus vínculos sociales. En muchos casos, estas señales son utilizadas inicialmente por las crías para pedir protección o comida a su madre y luego son empleadas por los adultos como gestos de afecto para evitar las disputas con otros miembros del grupo.
Los chimpancés nos ofrecen notables ejemplos: cuando uno de ellos se encuentra con un congénere conocido, lo abraza y lo besa en la boca. El abrazo tranquiliza a ambos, por lo que, además de servir como "saludo" es un medio para distender situaciones conflictivas.
Diversas formas de contacto afectuoso son indispensables para el mantenimiento de la paz en el grupo y para el adecuado desarrollo de los jóvenes en todas las especies sociales. De particular importancia es el contacto madre-hijo.
Los perros buscan insistentemente el contacto físico amistoso con sus dueños. Son descendientes de los lobos, carnívoros altamente sociables, con un rico sistema de comunicación. Los "besos" que nos dan derivan de la señal con la cual las crías de los lobos estimulan a los adultos, lamiéndoles los labios para que éstos regurgiten parte de la comida que contienen en su estómago. En los lobos adultos, estos "besos" se convierten en un gesto que permite a los individuos subordinados apaciguar los impulsos agresivos de los dominantes.
La comparación de las formas de contacto físico animal con las nuestras puede dar lugar a interpretaciones erróneas. El famoso " abrazo de oso", por ejemplo, no es una forma de afecto. Es cierto que los osos se "abrazan" con frecuencia, pero se trata del modo en que los machos se disputan el derecho de aparearse con una hembra o de ocupar un territorio.
Los individuos jóvenes también se "abrazan" durante sus juegos infantiles, que no son otra cosa que el "entrenamiento" que los preparará para las graves peleas que deberán enfrentar en la adultez.
Fuente: Leonardo Gonzalez Galli, Licenciado en Ciencias Biológicas (UBA) y profesor de Enseñanza Media y Superior en Biología (Universidad de Buenos Aires).
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