martes, 24 de junio de 2014

SER COMO EL CARACOL

Qué vale más en este mundo?
El orgullo, la vanidad, el poder,
o la humildad?...


                                                                                                  


          Cierta vez, en presencia de Dios, se reunieron todos los animales de la Tierra. Se notaban signos de nerviosismo entre ellos, y no era para menos: la convocatoria era para decidir qué animal se volvería sagrado.
          El orgulloso halcón estaba confiado por su vuelo y perspectiva, la ballena apoyaba su propia candidatura en sus conocimientos ancestrales de lo oculto del mar, y el majestuoso león abogaba por sus enormes fuerzas para lograr el lugar de tan alta dignidad. 
          Unos y otros animales destacaban sus cualidades para hacerse visibles ante el Señor, que parecía pensativo e indiferente, mientras miraba el horizonte celestial. Un respetuoso silencio se fue conformando para dar espacio a la reflexión. Finalmente el Supremo bajó a lo más pequeño de una mata de hierba, y acariciando suavemente una calcificada superficie circular despertó al humilde caracol, que ajeno a la singular contienda se deleitaba con una siesta profunda y sin tiempo.
          Ante la sorpresa de todos los animales presentes, lo tocó con su divinidad haciéndolo sagrado. Pero por su sentido de justicia, dedicó también una explicación a todos mientras sostenía al pequeño favorito: miren la belleza, por tan pequeña olvidada, de este ser. La perfección de su hogar, que sabiamente lleva en sus espaldas, in más peso que lo puesto. La espiral que simboliza la eternidad, y su suave, paciente andar, en el que compromete a todo su cuerpo. Ya es sagrado y ni siquiera le importa. Tal vez los hombres puedan aprender algo de él...




Fuente: Revista Buenas Ideas- Autoayuda.
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