disminuye el rendimiento y
promueve cuadros de estrés, ansiedad,
angustia y frustración, porque este tipo
de personas tienen toda la información
delante de sus ojos, pero no en su cerebro
y por eso puede llegar a equivocarse...
Por citar algunas cuestiones básicas, esta es una de las formas de entender por qué a veces le ponemos sal al bizcochuelo o al café, enviar un mensaje equivocado y arrepentirse de lo escrito, y también es muy habitual accidentarse de la manera menos pensada.
Los avances tecnológicos han incrementado en forma notable la exposición a estímulos que requieren de respuestas rápidas. Con la superposición de tantos estímulos en permanente exposición, la activación fisiológica del organismo puede llevar al desborde y agotamiento, dando lugar a los fenómenos característicos del estrés.
Cuando los estímulos superan la capacidad de respuesta del organismo y el esfuerzo de éste no alcanza o es sostenido por un tiempo excesivo, el estrés es la consecuencia natural y de él derivan en la aparición de diversos síntomas: cefaleas, contracturas musculares, alteraciones gastrointestinales, problemas cardiovasculares, enfermedades autoinmunes, problemas psíquicos desde el insomnio, irritabilidad, agotamiento hasta la aparición de cuadros ansiosos o depresivos.
Para evitar esto, es conveniente hacer ejercicios de respiración, practicar la meditación, y una breve caminata al aire libre, servirán para liberar tensiones. Una buena planificación en las tareas, es lo más aconsejable. Porque necesitamos el equivalente a los bosques protegidos para cuidar nuestro ecosistema mental.
ANTE LA MENOR DUDA CONSULTE CON SU MÉDICO DE CONFIANZA.
Fuente: Suplemento La Nación. Doctor Manuel Bulacio (psiquiatra) y Gustavo Vazquez médico psiquiatra coordinador del área de Neurocirugía de la Universidad de Palermo.
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