Quienes padecen de esta condición
temen atravesar puentes o viaductos,
sintiéndose incómodos o paralizados
si deben hacerlo, ya sea a pie o en vehículos,
y frecuentemente se rehúsan a hacer la
travesía, procurando caminos alternativos...
Algunas personas tienen la mala suerte de vivir en una zona con muchos puentes, y llegan a desviarse muchos kilómetros para evitarlos. Otros utilizan recursos para distraer al cerebro de estos miedos hablando en voz alta, cantando, poner música fuerte o recitar poemas mientras cruzan el puente.
En casos extremos, se puede llegar a tomar tranquilizantes hasta una hora antes de verse forzado a cruzar el puente. Quienes padecen gefirofobia, experimentan una indebida ansiedad, aún cuando se dan cuenta de que sus temores son irracionales. Algunas veces esta fobia, asume un cuadro más complejo si el miedo se extiende a cualquier superficie elevada, siendo en este caso, clasificada como acrofobia.
Los puentes altos sobre cursos de agua o acantilados pueden ser, especialmente intimidantes, como así también los puentes muy largos o muy angostos. En algunas ciudades de los Estados Unidos, las autoridades se han visto obligados a poner guardias en los puentes para ayudar a los conductores fóbicos de este problema, para evitar paralizar el tránsito, a causa de su trastorno, que no les permite seguir conduciendo.
ANTE CUALQUIER DUDA CONSULTE CON SU MÉDICO DE CONFIANZA.
Fuente: Wikipedia, Google.
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