Tus hijos no son tus hijos. Son hijos e hijas de la nostalgia de sí misma de la vida.
Han venido a través de ti, pero no de ti.
Y aunque estén contigo no te pertenecen. Te está permitido darles tu amor, pero no tus pensamientos, porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes dar alojamiento a su cuerpo, pero no a su alma, porque su alma mora en la casa del mañana, que tú no puedes visitar ni siquiera en tus sueños.
Puedes esforzarte por ser como ellos, pero no intentes hacer que ellos sean como tú... porque la vida no marcha hacia atrás ni se demora en el ayer.
Fuente: del libro El Profeta, de Khalil Gibran.
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