que la razón desconoce,
es una frase conocida
para justificar a las preguntas
que le buscamos explicaciones
y soluciones a todo, pero sólo
hace que nos enfermemos...
Nos hemos convertido en seres demasiado cerebrales. Queremos que nuestra vida sea similar a un escritorio, que sea ordenada y disciplinada. Pasamos la mayor parte de nuestras vidas desperdiciando nuestros recursos, queremos más de lo que tenemos o aquello que no poseemos.
Siempre buscamos explicaciones y soluciones a todo. En síntesis, todas las personas sienten la necesidad de dar sentido a lo que sucede en su vida y, habitualmente les gusta entender lo que pasa.
Según los especialistas, la razón principal de por qué nos encantan las explicaciones es que éstas rellenan los vacíos cognitivos frente a determinados hechos, algo que para nuestro cerebro es vital. El trayecto del pensamiento sigue patrones causa-consecuencia sumamente lógicos y, cuando falta uno de los trechos de este camino, nuestro cerebro se siente incómodo y comienza a echar mano de la información que tiene disponible para completar el mapa.
Es por eso que preferimos quedarnos con una información que encuadre en la historia aún sabiendo que puede ser falsa, pues elimina la incomodidad de desconocer. Razón y sentimientos son dos polos opuestos. Es inútil para comunicar dos mundos que por su naturaleza están lejos.
El camino correcto es que nos dejemos de pensar tanto y evitar pensar en soluciones y explicaciones para todo. Si los sentimientos no nos gustan, hay que dejarlos fluir. Dejamos que nuestras propias emociones se acerquen a nosotros.
Fuente: Revista Salud Alternativa.
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