un trabajo y nuestro psiquismo
está, desde que nacemos, dispuesto
a descubrir, elegir, fracasar, volver
a intentar, aprender e incorporar lo
nuevo...
El dolor existe y los malestares provienen de la fragilidad del cuerpo, de la naturaleza que amenaza y de nuestros semejantes con sus avatares. También poseemos la capacidad de captar lo bello y de reparar. Insertarse culturalmente exige adecuarse a ideales que plantean para el sujeto grandes discordias y malestares. Esto crea angustia y también culpa, por lo que educar al niño para ser feliz no sólo es falso e ilusorio, sino éticamente inaceptable, llegando a sobreadaptaciones que enferman.
Nos planteamos, entonces, mejorar el sentido de la realidad, creando condiciones para realizar elecciones que estén acorde a lo individual e irrepetible de cada uno. Entre lo deseado y lo posible existe un intérvalo que busca buenas condiciones para mejorar la calidad de vida. En tal sentido, podría pensarse que los términos absolutos "nunca y siempre" no tienen lugar. La vida implica un trabajo y para hacerlo debemos descubrir el potencial que guardamos en nuestro interior. Así se llegará a valorar el sentido que cada uno encuentra a su camino y esos serán momentos felices.
Fuente: revista Familia Cooperativa, por la licenciada Marta Craichik
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