por unos sacos llamados alveolos,
que es donde se realiza el
intercambio gaseoso necesario
para la vida: allí la sangre toma
el oxígeno proveniente del exterior
y expele el anhídrido carbónico...
Si este sistema se ve perturbado por una infección aparecen los síntomas que delatan la presencia de neumonía: la persona enferma presenta fiebre, sudoración, respiración agitada, aumento de la frecuencia cardíaca, tos, expectoración, decaimiento y malestar general. El diagnóstico se realiza mediante examen físico, radiografía de tórax y análisis de laboratorio, lo que permitirá determinar si la infección es causada por virus o bacterias e indicar el tratamiento adecuado, que en general se realiza en domicilio guardando reposo.
Los grupos más vulnerables son los niños pequeños, los adultos mayores que cursen patologías crónicas y los inmunosuprimidos. El contagio se lleva a cabo por medio de los estornudos y la tos que diseminan en el aire las partículas infecciosas. Por eso es más frecuente durante la temporada invernal cuando los ambientes están menos ventilados. Finalmente, hay que distinguir la neumonía de la comunidad, con gran porcentaje de la población afectada, de la neumonía hospitalaria, que aqueja a quienes pasan unos días en el hospital por otra patología y luego del alta manifiestan pulmonía.
ANTE LA MENOR DUDA CONSULTE CON SU MÉDICO DE CONFIANZA
Fuente: revista "Familia Cooperativa" de la doctora María Isabel Casas.
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